Novela interactiva. Capítulo 14

Abrimos la puerta al futuro

Al día siguiente de haberse enfrentado al antiguo conserje, la directora citó a Carlos y sus amigos en su despacho. Durante las últimas semanas, en las que habían estado inmersos en su investigación para descifrar aquel apasionante misterio, se habían saltado prácticamente todas las normas del colegio y ahora que los habían descubierto, era bastante probable que los hubiera llamado para ponerles un castigo.

Después de unos minutos interminables esperando frente al despacho, al fin la puerta se abrió.

—Adelante —indicó Mariela.

Sus profesores, Adela, Lucía y Juanjo, los esperaban dentro sentados al otro lado de la mesa. Mariela señaló unas sillas que habían colocado para ellos y, obedientes, tomaron asiento.

—Antes de nada —se apresuró a decir Teo—, quiero decir en nombre de mis compañeros, que lo sentimos y que no queríamos desobedecer las normas. Todo lo que hemos hecho ha sido para averiguar qué estaba pasando en este colegio…

—Tranquilo —lo cortó Mariela—. Durante las últimas semanas os hemos estado poniendo a prueba para ver cómo respondíais.

—Habéis superado con creces nuestras expectativas —añadió la maestra Adela.

—¿Cómo? —preguntó Carlos—. ¿Todo estaba planeado?

—Casi todo. Que nos secuestrara un conserje loco no entraba en nuestros planes —bromeó Juanjo.

—Teníamos que estar seguros de que podíamos confiar en vosotros —aclaró la maestra Adela—. Por eso os hemos estado dando pistas sobre el Círculo Secreto.

—¡Lo sabía! —dijo Teo—. Estaba seguro de que ocultabais algún secreto.

—Habéis demostrado astucia, valentía y compañerismo mientras resolvíais los misterios que os dejamos—indicó Mariela, la directora.

—Pero no solo eso —añadió Juanjo—, también fuisteis capaces de rescatarnos de Santiago cuando la situación se nos fue de las manos.

—Tenemos motivos más que suficientes para confiar en vosotros —dijo Mariela—. Por eso hemos decidido revelaros nuestros secretos.

Los niños se miraron sorprendidos.

—¿Secretos? —preguntó Carlos—. ¿En plural?

—Hay tantas cosas que desconocéis…—comenzó a decir Mariela, con una sonrisa ladeada.

Y de esta forma, comenzó a relatar el secreto que llevaba años guardando. El secreto de Arkailon.

«Hace más de 2000 años, los arkalianos descubrieron el Nimriel, un metal único que habían obtenido con la aleación de tres minerales. Este metal mostró unas cualidades mágicas sorprendentes, pero incontrolables. Para conseguir controlarlas contuvieron el Nimriel en un recipiente fabricado con esmero, un recipiente con forma esférica, pues la esfera era símbolo de perfección. Esta esfera ancestral se convirtió en un arma muy poderosa, pues poseía la cualidad de mostrar el pasado y el futuro.

La noticia de este descubrimiento se extendió a otras tierras y, en poco tiempo, varias civilizaciones de la época amenazaron con iniciar una guerra para arrebatársela, arrastrados por la codicia. Al mismo tiempo, los arkalianos habían visto en la esfera un futuro descorazonador. Todo ello, los llevó a ocultarse en las profundidades de Isla Sombra».

—¿Entonces se ocultaron? —interrumpió Teo—. ¡Por eso desaparecieron!

—Directora, ¿qué fue lo que vieron sobre el futuro que les asustó tanto como para querer esconderse? —preguntó Cloe.

—Vieron lo que, en efecto, está empezando a cumplirse — continuó—. Guerras, contaminación, malgasto de recursos naturales. Un futuro en el que los propios seres humanos destruyen su mundo.

—Peo eso es terrible —intervino Victoria.

—Durante siglos, los arkalianos han tratado de encontrar una solución para este horrible final, hasta que creen haber dado con la solución. Los niños y niñas sois la clave para cambiar el futuro, en vuestra mano está la llave para salvarnos a todos.

—Pues vaya responsabilidad —dijo Teo—. Yo no sé por dónde empezar

—¿Has dicho «creen»? ¿estás hablando de los arkalianos en presente? —interrumpió Carlos.

—Así es, Carlos. Arkailon y los arkalianos siguen existiendo —confirmó la directora—. Pero permanecen ocultos, custodiando la esfera ancestral y protegiendo al mundo desde las sombras.

—¿Nos estás diciendo que todo este tiempo han estado en Isla Sombra? —preguntó Cloe.

—Y más cerca de lo que imagináis —continuó Lucía—. Siempre ha habido algún arkaliano entre nosotros, un enviado especial que los mantiene informados de lo que sucede en el mundo, es lo que ellos llaman un viajero.

—¿Quieres decir en nuestro colegio? —preguntó Teo.

—Efectivamente —dijo Adela—. Ellos fueron los fundadores del Círculo Secreto, un grupo de estudiantes y maestros encabezados por los arkalianos cuya misión es proteger al mundo de su destrucción.

—Pero, hay algo que no entiendo —dijo Victoria—. ¿Cómo podrían unos niños cambiar ese futuro?

—No subestimes el poder de los niños, Victoria —contestó Mariela—.

«Los arkalianos tenemos la convicción de que la educación de los más pequeños es la clave para cambiar el futuro, por eso vinimos a este colegio».

—¿Tenemos? —preguntó Carlos—. ¿Me estás diciendo que eres de Arkailon?

—Mi nombre real es Thelanor, hija de Tera. En nombre de todos los arkalianos, os invito a formar parte de la Sociedad del Círculo Secreto, protectores del planeta. Ha llegado el momento de que os enseñe algo.

Los niños vivieron lo que sucedió a continuación como si se encontraran dentro de un sueño maravilloso. Para su sorpresa, la entrada a Arkailon estaba dentro del baobab, el árbol africano que habían encontrado en Isla Sombra.

Una vez dentro, la directora se acercó a la estatua que había en la zona central. La misma que habían visto tiempo atrás cuando estuvieron allí. Permanecía sentada en su trono, delante del gran tronco.

Cuando estuvo frente a ella, puso sus manos sobre la cabeza, la giró y pulsó suavemente al tiempo que recitaba:

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«Lai anaka tuel. Lai amai nair. Lai orún elka sanu». «Solo florece lo que se cuida. Solo vive lo que se protege. Solo entra quien no desea para sí».

Inesperadamente, el tronco del árbol comenzó a girar, dando paso a una puerta escondida tras él.

—Adelante —indicó Mariela al tiempo que abría la puerta.

Carlos se detuvo justo antes de entrar, atónito por lo que estaba viendo. Al otro lado de la puerta una inmensa ciudad escondida bajo la montaña los esperaba cargada de historia y respuestas.

—Bienvenidos a Arkailon.

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